domingo, 5 de octubre de 2008

Rouco, en estado puro: “El lobby gay acosa la independencia judicial”

Su revista semanal denuncia presiones contra los jueces que se niegan a practicar matrimonios gays
Alfa y Omega, el semanario del Arzobispado de Madrid que distribuye el diario ABC cada jueves, ha arremetido nuevamente contra el colectivo gay, al que acusa de poner en peligro la independencia de los jueces. El mal llamado lobby ejercería presión sobre los que “no allanan el camino a los homosexuales”. Para justificar tamaña declaración, la publicación ha dado la vuelta a casos tan polémicos como el del antiguo juez de paz de Campillo de Ranas –localidad de Guadalajara- que renunció tras negarse a oficiar bodas entre personas del mismo sexo, o el de Fernando Ferrín Calamita, el magistrado de Murcia que denegó la adopción de una menor a una pareja de lesbianas, denunciando la supuesta persecución que padecen. Una persecución amparada por “numerosos medios de comunicación” y por “el aparato propagandístico del Gobierno”, según se cita.
No es la primera vez que el semanario editado por el Arzobispado de Madrid carga contra los homosexuales. La última vez, el pretexto era denunciar que se beneficiaban “
de una sociedad a la que ellos no dan hijos”. Esta vez, su gacetilla semanal ha tomado los casos de tres jueces que han dado de que hablar, aplicándoles un tratamiento especial. Es decir, dando la vuelta a la historia. El semanario se ha centrado principalmente en el caso de Francisco García Peinado, ex juez de paz de un pueblo pequeño de Guadalajara que se negó a oficiar bodas gays y acabó renunciando tras ser expedientado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. El pueblo gay El caso de Campillo de Ranas es paradójico. El pueblo de García Peinado pasó de ser una pequeña localidad a un paraíso para el turismo rural. Con la llegada de nuevos vecinos, la situación cambió todavía más: fue elegido alcalde el socialista Francisco Maroto, homosexual declarado, y el pueblo acabó convirtiéndose, según se dice, en el lugar donde más bodas entre personas del mismo sexo se celebran por habitante. El mismo alcalde se casó el año pasado, admitiendo que “lo que empezó como un acto de reivindicación –el hecho de aplicar lo aprobado por el Ejecutivo socialista a pesar de la oposición de los más reaccionarios- ha terminado por convertirse en la rehabilitación y recuperación de la comarca”. El homófobo acosado La publicación, sin embargo, utiliza este caso para denunciar la persecución a la que se está sometiendo al ex juez de paz, un personaje polémico que ha dicho en otras ocasiones que “la gente normal, de bienpensar, está hasta las narices” del lobby gay, y que no les casaba porque “no va con mi moral”. Alfa y Omega, no obstante, le presenta como una víctima del acoso del alcalde socialista y sus secuaces. Entre otras cosas, se da cuenta de que el regidor ha echado al antiguo funcionario para poner a su actual “novio” –en realidad, marido-. También habría puesto a las fuerzas de seguridad en su contra. “Ha dicho a las autoridades que si una vaca rompe la valla y se escapa, nos persigan a nosotros más que a la vaca”. Y más lindezas sobre Maroto. “En los plenos hemos visto muchas irregularidades, como reglar metros de suelo público a sus amigos para alinear la parcela. Ahora ha nombrado a otro concejal gay, y lo está llenando de colegas, como dicen ellos. Y mientras, ataca a los del pueblo”. Y, lo que es peor, “es muy bravucón con los curas”, aunque luego “va dándoselas de católica”. Complicidad de los medios Finalmente, el periódico lamenta “un curioso fenómeno: numerosos medios de comunicación han cerrado filas en torno al alcalde socialista, con alabanzas a su labor como promotor de las bodas entre homosexuales”. Un hecho que “contrasta con la presión que están viviendo dos magistrados en activo: la jueza de Denia, Laura Alabau, que se ha negado a tramitar el matrimonio de cuatro parejas homosexuales (…) y el juez de Familia de Murcia, don Fernando Ferrín Calamita, que denegó la adopción de una menor a una pareja de lesbianas”, en opinión de Alfa y Omega Los homosexuales “pueden hacer lo que quieran con la justicia” La primera fue sancionada por su comportamiento, si bien el Consejo General del Poder Judicial acabó perdonándola, en tanto el segundo fue expedientado en más de una ocasión por este órgano. Pero para la publicación del arzobispado eso da igual. García Peinado, Alabau y Calamita son “tres casos muy distintos con un denominador común –la presión del lobby gay- que García Peinado resume con sencillez: Parece que, como son homosexuales pueden hacer lo que quieran, hasta con la justicia”, concluye el semanario”. -->
No es la primera vez que el semanario editado por el Arzobispado de Madrid carga contra los homosexuales. La última vez, el pretexto era denunciar que se beneficiaban “
de una sociedad a la que ellos no dan hijos”. Esta vez, su gacetilla semanal ha tomado los casos de tres jueces que han dado de que hablar, aplicándoles un tratamiento especial. Es decir, dando la vuelta a la historia. El semanario se ha centrado principalmente en el caso de Francisco García Peinado, ex juez de paz de un pueblo pequeño de Guadalajara que se negó a oficiar bodas gays y acabó renunciando tras ser expedientado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. El pueblo gay El caso de Campillo de Ranas es paradójico. El pueblo de García Peinado pasó de ser una pequeña localidad a un paraíso para el turismo rural. Con la llegada de nuevos vecinos, la situación cambió todavía más: fue elegido alcalde el socialista Francisco Maroto, homosexual declarado, y el pueblo acabó convirtiéndose, según se dice, en el lugar donde más bodas entre personas del mismo sexo se celebran por habitante. El mismo alcalde se casó el año pasado, admitiendo que “lo que empezó como un acto de reivindicación –el hecho de aplicar lo aprobado por el Ejecutivo socialista a pesar de la oposición de los más reaccionarios- ha terminado por convertirse en la rehabilitación y recuperación de la comarca”. El homófobo acosado La publicación, sin embargo, utiliza este caso para denunciar la persecución a la que se está sometiendo al ex juez de paz, un personaje polémico que ha dicho en otras ocasiones que “la gente normal, de bienpensar, está hasta las narices” del lobby gay, y que no les casaba porque “no va con mi moral”. Alfa y Omega, no obstante, le presenta como una víctima del acoso del alcalde socialista y sus secuaces. Entre otras cosas, se da cuenta de que el regidor ha echado al antiguo funcionario para poner a su actual “novio” –en realidad, marido-. También habría puesto a las fuerzas de seguridad en su contra. “Ha dicho a las autoridades que si una vaca rompe la valla y se escapa, nos persigan a nosotros más que a la vaca”. Y más lindezas sobre Maroto. “En los plenos hemos visto muchas irregularidades, como reglar metros de suelo público a sus amigos para alinear la parcela. Ahora ha nombrado a otro concejal gay, y lo está llenando de colegas, como dicen ellos. Y mientras, ataca a los del pueblo”. Y, lo que es peor, “es muy bravucón con los curas”, aunque luego “va dándoselas de católica”. Complicidad de los medios Finalmente, el periódico lamenta “un curioso fenómeno: numerosos medios de comunicación han cerrado filas en torno al alcalde socialista, con alabanzas a su labor como promotor de las bodas entre homosexuales”. Un hecho que “contrasta con la presión que están viviendo dos magistrados en activo: la jueza de Denia, Laura Alabau, que se ha negado a tramitar el matrimonio de cuatro parejas homosexuales (…) y el juez de Familia de Murcia, don Fernando Ferrín Calamita, que denegó la adopción de una menor a una pareja de lesbianas”, en opinión de Alfa y Omega Los homosexuales “pueden hacer lo que quieran con la justicia” La primera fue sancionada por su comportamiento, si bien el Consejo General del Poder Judicial acabó perdonándola, en tanto el segundo fue expedientado en más de una ocasión por este órgano. Pero para la publicación del arzobispado eso da igual. García Peinado, Alabau y Calamita son “tres casos muy distintos con un denominador común –la presión del lobby gay- que García Peinado resume con sencillez: Parece que, como son homosexuales pueden hacer lo que quieran, hasta con la justicia”, concluye el semanario”.

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