Un acusado de violar a un joven alega que su religión prohíbe la homosexualidad
La fiscal mantiene la petición de 4 años y nueve meses de cárcel, aunque la víctima no recordaba los hechos
H.K. dice haber nacido en Egipto, aunque carece de documentación. Ayer se sentaba en el banquillo bajo la acusación de haber intentado agredir sexualmente, robado y apuñalado a un joven con el que compartió la habitación que tenía alquilada en la calle Somera. Durante el juicio, celebrado por la Sección Sexta de la Audiencia provincial de Vizcaya, negó los hechos y alegó que su religión musulmana le prohíbe mantener relaciones sexuales con otros hombres.
El acusado, que asegura tener novia en San Sebastián, vestía un chándal rojo, jersey de lana gris y chanclas. Testificó con la ayuda de un traductor, que la víctima -un muchacho iraquí de 18 años, también sin papeles- era su «amigo» y que habían viajado juntos desde Bélgica para buscar trabajo. Pese a que el joven supuestamente agredido, se retractó ayer en parte de sus detalladas declaraciones ante la Policía y el juez instructor, y manifestó que no recordaba lo ocurrido porque había bebido y se había drogado, la fiscal mantuvo su petición de cuatro años y nueve meses de cárcel para el acusado por agresión sexual con arma en grado de tentativa (3 años) y lesiones (un año y nueve meses). La defensa de oficio solicitó la libre absolución o, subsidiariamente, una atenuante «muy cualificada» de ingesta masiva de sustancias estupefacientes.
Los hechos sucedieron en la madrugada del 4 de diciembre del año pasado. Según el testimonio de la víctima, que presentaba buen aspecto físico, conoció a H. K. aquel mismo día. Como acababa de llegar a Bilbao y «no tenía dónde pasar la noche», le pidió que le llevara a dormir con él. Ambos consumieron «todo tipo de drogas: 'coca', hachís, pastillas y whisky» y en plena madrugada mantuvieron una «pelea».
Desnudo en plena noche
Según el relato del Ministerio público, el acusado pidió a su invitado dinero y, como no tenía, le obligó a punta de navaja a quitarse la ropa para «mantener relaciones sexuales» con él bajo amenaza de muerte. Como «tardaba mucho» en desvestirse, le lanzó una cuchillada que le alcanzó en la ceja izquierda y después otra en una rodilla. El joven agredido, sin embargo, no mantuvo su versión en la sala, ya que «estaba borracho y ha pasado casi un año», se excusó. La fiscal le preguntó si la razón por la que exculpaba ahora al imputado era el «miedo», extremo que éste negó. Según aseguró, desde aquella noche no había vuelto a verle.
El muchacho logró zafarse y salió corriendo sangrando y desnudo -con unos calcetines como únicas prendas- en plena noche hasta encontrar un taxi en la plaza Santiago para que le llevara a un hospital. El taxista llamó a la Policía Municipal de Bilbao. Uno de los agentes que acudió al lugar mostró en la vista oral su «sorpresa» de que la denuncia se hubiera tramitado como agresión sexual, ya que a él y a su compañero de patrulla el joven sólo les refirió que había sufrido un robo.
Los policías locales recogieron en las escaleras de Solokoetxe donde se produjo el suceso la ropa de la víctima -vaqueros, playeras y otras prendas- y vieron restos de sangre. Los forenses confirmaron que las heridas eran «compatibles» con una agresión con arma blanca.
El acusado, que asegura tener novia en San Sebastián, vestía un chándal rojo, jersey de lana gris y chanclas. Testificó con la ayuda de un traductor, que la víctima -un muchacho iraquí de 18 años, también sin papeles- era su «amigo» y que habían viajado juntos desde Bélgica para buscar trabajo. Pese a que el joven supuestamente agredido, se retractó ayer en parte de sus detalladas declaraciones ante la Policía y el juez instructor, y manifestó que no recordaba lo ocurrido porque había bebido y se había drogado, la fiscal mantuvo su petición de cuatro años y nueve meses de cárcel para el acusado por agresión sexual con arma en grado de tentativa (3 años) y lesiones (un año y nueve meses). La defensa de oficio solicitó la libre absolución o, subsidiariamente, una atenuante «muy cualificada» de ingesta masiva de sustancias estupefacientes.
Los hechos sucedieron en la madrugada del 4 de diciembre del año pasado. Según el testimonio de la víctima, que presentaba buen aspecto físico, conoció a H. K. aquel mismo día. Como acababa de llegar a Bilbao y «no tenía dónde pasar la noche», le pidió que le llevara a dormir con él. Ambos consumieron «todo tipo de drogas: 'coca', hachís, pastillas y whisky» y en plena madrugada mantuvieron una «pelea».
Desnudo en plena noche
Según el relato del Ministerio público, el acusado pidió a su invitado dinero y, como no tenía, le obligó a punta de navaja a quitarse la ropa para «mantener relaciones sexuales» con él bajo amenaza de muerte. Como «tardaba mucho» en desvestirse, le lanzó una cuchillada que le alcanzó en la ceja izquierda y después otra en una rodilla. El joven agredido, sin embargo, no mantuvo su versión en la sala, ya que «estaba borracho y ha pasado casi un año», se excusó. La fiscal le preguntó si la razón por la que exculpaba ahora al imputado era el «miedo», extremo que éste negó. Según aseguró, desde aquella noche no había vuelto a verle.
El muchacho logró zafarse y salió corriendo sangrando y desnudo -con unos calcetines como únicas prendas- en plena noche hasta encontrar un taxi en la plaza Santiago para que le llevara a un hospital. El taxista llamó a la Policía Municipal de Bilbao. Uno de los agentes que acudió al lugar mostró en la vista oral su «sorpresa» de que la denuncia se hubiera tramitado como agresión sexual, ya que a él y a su compañero de patrulla el joven sólo les refirió que había sufrido un robo.
Los policías locales recogieron en las escaleras de Solokoetxe donde se produjo el suceso la ropa de la víctima -vaqueros, playeras y otras prendas- y vieron restos de sangre. Los forenses confirmaron que las heridas eran «compatibles» con una agresión con arma blanca.
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