Deseo pertenecer a un club que no me admita como socia (Una lesbiana)
Leo el siguiente titular de prensa: “El obispo de Ciudad Real ha expulsado a una lesbiana de una hermandad religiosa y la mujer ha recurrido esta decisión ante los tribunales” ¿Dónde está la noticia? En la actitud del obispo o en la de la lesbiana. Lo inmediato quizás sea, como hace el titular, cargar las tintas sobre el comportamiento retrógrado de la autoridad religiosa. Pero, habiéndose mantenido la Iglesia Católica inamovible durante cientos de años en la condena de la homosexualidad ¿no será la actitud de la mujer la que es realmente noticiable?
Groucho Marx, en una de sus irónicas reflexiones decía: “Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio”. En este asunto de la lesbiana manchega estamos en presencia del caso opuesto. La Hermandad no admite a la mujer pero, a pesar de ello, ésta quiere ser miembro de esta asociación religiosa. Entonces, cabría preguntarse ¿Por qué una lesbiana quiere pertenecer a una institución machista y homófoba? ¿Por qué desea integrarse en una Iglesia que la aborrece, que la relega y que considera delito la práctica de su homosexualidad? En este punto, hay que recordar que la Iglesia Católica se ha negado a apoyar, hace tan sólo escasos días, una iniciativa del señor Sarkozy que, en su calidad de actual presidente de la UE, pretendía despenalizar la homosexualidad, en aquellos países en los que esta práctica sexual es considerada todavía delito.Recientemente, el alcalde de Getafe le puso calificativo a aquellos que, teniendo intereses contrarios a los de las personas pudientes, se empeñan en votar a la derecha. No creo que cueste mucho adivinar lo que, en el estilo de este alcalde, se podría decir sobre aquellas personas, que siendo consideradas por la Iglesia Católica pecadoras, enfermas o delincuentes y cuya conducta es calificada de aberrante, desviada o monstruosa, desean, no obstante, pertenecer a esta Institución.Aunque, lo verdaderamente perjudicial de esta incongruente conducta es que está muy generalizada en nuestra sociedad y afecta a demasiadas personas que pertenecen a los más variados colectivos. Son aquellas que, teniendo formas de pensar muy alejadas de las que mantiene esta Iglesia, comulgan con algunas de sus creencias y, de manera inconsecuente, les lleva a considerar que esta organización es digna del mayor de los reconocimientos.Estas personas, seguro que de buena fe y sin ser conscientes de sus consecuencias, son las que dan vigor y supervivencia a la Iglesia Católica y, por ende, al pensamiento más cavernícola, a la moral más hipócrita y a los comportamientos más antidemocráticos que existen en la actualidad en el mundo civilizado. Sería deseable que estas personas se concienciasen de lo pernicioso de su actitud para no insuflar oxígeno a esta Institución.Desde aquí, quisiera hacer un llamamiento tanto a lesbianas y gays, como a partidarios del divorcio, del matrimonio entre homosexuales, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la utilización del preservativo, de la manipulación embrionaria para el salvamento de vidas humanas o de la investigación con células madre. Que vuestras creencias estrictamente religiosas no os hagan cómplices de una Institución que condena vuestras propias convicciones éticas, políticas e ideológicas.Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas -->
Groucho Marx, en una de sus irónicas reflexiones decía: “Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio”. En este asunto de la lesbiana manchega estamos en presencia del caso opuesto. La Hermandad no admite a la mujer pero, a pesar de ello, ésta quiere ser miembro de esta asociación religiosa. Entonces, cabría preguntarse ¿Por qué una lesbiana quiere pertenecer a una institución machista y homófoba? ¿Por qué desea integrarse en una Iglesia que la aborrece, que la relega y que considera delito la práctica de su homosexualidad? En este punto, hay que recordar que la Iglesia Católica se ha negado a apoyar, hace tan sólo escasos días, una iniciativa del señor Sarkozy que, en su calidad de actual presidente de la UE, pretendía despenalizar la homosexualidad, en aquellos países en los que esta práctica sexual es considerada todavía delito.Recientemente, el alcalde de Getafe le puso calificativo a aquellos que, teniendo intereses contrarios a los de las personas pudientes, se empeñan en votar a la derecha. No creo que cueste mucho adivinar lo que, en el estilo de este alcalde, se podría decir sobre aquellas personas, que siendo consideradas por la Iglesia Católica pecadoras, enfermas o delincuentes y cuya conducta es calificada de aberrante, desviada o monstruosa, desean, no obstante, pertenecer a esta Institución.Aunque, lo verdaderamente perjudicial de esta incongruente conducta es que está muy generalizada en nuestra sociedad y afecta a demasiadas personas que pertenecen a los más variados colectivos. Son aquellas que, teniendo formas de pensar muy alejadas de las que mantiene esta Iglesia, comulgan con algunas de sus creencias y, de manera inconsecuente, les lleva a considerar que esta organización es digna del mayor de los reconocimientos.Estas personas, seguro que de buena fe y sin ser conscientes de sus consecuencias, son las que dan vigor y supervivencia a la Iglesia Católica y, por ende, al pensamiento más cavernícola, a la moral más hipócrita y a los comportamientos más antidemocráticos que existen en la actualidad en el mundo civilizado. Sería deseable que estas personas se concienciasen de lo pernicioso de su actitud para no insuflar oxígeno a esta Institución.Desde aquí, quisiera hacer un llamamiento tanto a lesbianas y gays, como a partidarios del divorcio, del matrimonio entre homosexuales, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la utilización del preservativo, de la manipulación embrionaria para el salvamento de vidas humanas o de la investigación con células madre. Que vuestras creencias estrictamente religiosas no os hagan cómplices de una Institución que condena vuestras propias convicciones éticas, políticas e ideológicas.
Groucho Marx, en una de sus irónicas reflexiones decía: “Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio”. En este asunto de la lesbiana manchega estamos en presencia del caso opuesto. La Hermandad no admite a la mujer pero, a pesar de ello, ésta quiere ser miembro de esta asociación religiosa. Entonces, cabría preguntarse ¿Por qué una lesbiana quiere pertenecer a una institución machista y homófoba? ¿Por qué desea integrarse en una Iglesia que la aborrece, que la relega y que considera delito la práctica de su homosexualidad? En este punto, hay que recordar que la Iglesia Católica se ha negado a apoyar, hace tan sólo escasos días, una iniciativa del señor Sarkozy que, en su calidad de actual presidente de la UE, pretendía despenalizar la homosexualidad, en aquellos países en los que esta práctica sexual es considerada todavía delito.Recientemente, el alcalde de Getafe le puso calificativo a aquellos que, teniendo intereses contrarios a los de las personas pudientes, se empeñan en votar a la derecha. No creo que cueste mucho adivinar lo que, en el estilo de este alcalde, se podría decir sobre aquellas personas, que siendo consideradas por la Iglesia Católica pecadoras, enfermas o delincuentes y cuya conducta es calificada de aberrante, desviada o monstruosa, desean, no obstante, pertenecer a esta Institución.Aunque, lo verdaderamente perjudicial de esta incongruente conducta es que está muy generalizada en nuestra sociedad y afecta a demasiadas personas que pertenecen a los más variados colectivos. Son aquellas que, teniendo formas de pensar muy alejadas de las que mantiene esta Iglesia, comulgan con algunas de sus creencias y, de manera inconsecuente, les lleva a considerar que esta organización es digna del mayor de los reconocimientos.Estas personas, seguro que de buena fe y sin ser conscientes de sus consecuencias, son las que dan vigor y supervivencia a la Iglesia Católica y, por ende, al pensamiento más cavernícola, a la moral más hipócrita y a los comportamientos más antidemocráticos que existen en la actualidad en el mundo civilizado. Sería deseable que estas personas se concienciasen de lo pernicioso de su actitud para no insuflar oxígeno a esta Institución.Desde aquí, quisiera hacer un llamamiento tanto a lesbianas y gays, como a partidarios del divorcio, del matrimonio entre homosexuales, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la utilización del preservativo, de la manipulación embrionaria para el salvamento de vidas humanas o de la investigación con células madre. Que vuestras creencias estrictamente religiosas no os hagan cómplices de una Institución que condena vuestras propias convicciones éticas, políticas e ideológicas.Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas -->
Groucho Marx, en una de sus irónicas reflexiones decía: “Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio”. En este asunto de la lesbiana manchega estamos en presencia del caso opuesto. La Hermandad no admite a la mujer pero, a pesar de ello, ésta quiere ser miembro de esta asociación religiosa. Entonces, cabría preguntarse ¿Por qué una lesbiana quiere pertenecer a una institución machista y homófoba? ¿Por qué desea integrarse en una Iglesia que la aborrece, que la relega y que considera delito la práctica de su homosexualidad? En este punto, hay que recordar que la Iglesia Católica se ha negado a apoyar, hace tan sólo escasos días, una iniciativa del señor Sarkozy que, en su calidad de actual presidente de la UE, pretendía despenalizar la homosexualidad, en aquellos países en los que esta práctica sexual es considerada todavía delito.Recientemente, el alcalde de Getafe le puso calificativo a aquellos que, teniendo intereses contrarios a los de las personas pudientes, se empeñan en votar a la derecha. No creo que cueste mucho adivinar lo que, en el estilo de este alcalde, se podría decir sobre aquellas personas, que siendo consideradas por la Iglesia Católica pecadoras, enfermas o delincuentes y cuya conducta es calificada de aberrante, desviada o monstruosa, desean, no obstante, pertenecer a esta Institución.Aunque, lo verdaderamente perjudicial de esta incongruente conducta es que está muy generalizada en nuestra sociedad y afecta a demasiadas personas que pertenecen a los más variados colectivos. Son aquellas que, teniendo formas de pensar muy alejadas de las que mantiene esta Iglesia, comulgan con algunas de sus creencias y, de manera inconsecuente, les lleva a considerar que esta organización es digna del mayor de los reconocimientos.Estas personas, seguro que de buena fe y sin ser conscientes de sus consecuencias, son las que dan vigor y supervivencia a la Iglesia Católica y, por ende, al pensamiento más cavernícola, a la moral más hipócrita y a los comportamientos más antidemocráticos que existen en la actualidad en el mundo civilizado. Sería deseable que estas personas se concienciasen de lo pernicioso de su actitud para no insuflar oxígeno a esta Institución.Desde aquí, quisiera hacer un llamamiento tanto a lesbianas y gays, como a partidarios del divorcio, del matrimonio entre homosexuales, de la igualdad entre hombres y mujeres, de la utilización del preservativo, de la manipulación embrionaria para el salvamento de vidas humanas o de la investigación con células madre. Que vuestras creencias estrictamente religiosas no os hagan cómplices de una Institución que condena vuestras propias convicciones éticas, políticas e ideológicas.
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