martes, 9 de diciembre de 2008

Francia irrita al Vaticano al pedir que no se criminalice a los homosexuales


La Santa Sede teme que un acuerdo de la ONU avale la unión del mismo sexo.Sarkozy defiende los derechos de los gais pero por contra, no admite sus bodas.

La defensa de los derechos humanos constituye uno de los principales orgullos de Francia, que actúa en este terreno como si fuera el guardián del universo, históricamente legitimado --desde la Revolución de 1789-- para dar lecciones en la materia. No es de extrañar, pues, que el Gobierno galo quiera culminar su presidencia de la UE colgándose una medalla: impulsar, a través de la ONU, una declaración universal de despenalización de la homosexualidad. Una guinda para la imagen exterior que, es poco coherente con la política interior en materia de reconocimiento de uniones entre homosexuales y que viene a desestabilizar la luna de miel entre la república laica y el Vaticano.
La Santa Sede ha puesto el grito en el cielo. Primero fue el observador del Vaticano en la ONU, Celestino Migliore, quien dijo que la declaración provocará que "los Estados que no reconozcan la unión entre dos personas del mismo sexo como matrimonio sean puestos en la picota". Tras precisar que la Iglesia es hostil hacia las legislaciones violentas o discriminatorias con los homosexuales, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se ha sumado a la desaprobación. A su juicio, la iniciativa "introduce una declaración de valor político que puede convertirse en instrumento de presión para aquellos que consideren el matrimonio entre un hombre y una mujer como la forma fundamental y original de la vida social".
Dado que en Francia el asunto deja indiferente --solo el diario católico La Croix y el semanario Tˆtu, dirigido a los homosexuales, se han hecho eco de la protesta de la Iglesia-- el Gobierno evita avivar la polémica. La defensa frente al Vaticano ha recaído en el portavoz de Exteriores, Eric Chevallier, que se ha limitado a recordar que la legislación de unos 90 países reprime la homosexualidad y que en siete de ellos --como Irán o Nigeria-- puede acarrear la pena de muerte. También ha subrayado que no se trata de firmar una nueva ley sino de crear "una dinámica en favor de la despenalización".
MENSAJE A ESPAÑA De sensibilidad progresista y a las órdenes de un ministro de Exteriores, Bernard Kuschner, exdirigente del Partido Socialista, Yade anunció la medida antes de la visita del Papa sin que ello empañara un clima más que cordial. El Papa quería relanzar la fe en un país en el que el cristianismo se encuentra en recesión y lanzar el mensaje --dirigido en especial a España-- de que la laicidad puede ser compatible con la Iglesia. A Sarkozy le convenía mostrar que se puede ser laico sin renegar de la raíz católica.

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